Ahora o nunca como dice la psicóloga Laura Gutman:
Los niños pasan muchas horas en ausencia de sus padres. Suelen ser cuidados o atendidos por otras personas, como los maestras y maestros. Las cosas están organizadas para que ellos se acostumbren a vivir sin su presencia.
Pero cuando esos niños se asomen a la pubertad y los padres y madres estemos ansiosos por compartir experiencias con ellos, ya no nos escucharán. No se sentirán cómodos con nuestra presencia. Y será porque no hemos trabajado la costumbre de estar juntos.
Escucho diariamente muchas lamentaciones de los más pequeños con respecto a este tema. He llegado a la conclusión que la responsabilidad que asumimos con la
maternidad y la paternidad conlleva tener tiempo para nuestros bebés en la medida que lo necesiten los primeros años de su vida.
Este Tiempo es vital en las primera infancia. Su “mochila personal y social” se formará con estas experiencias vividas en el seno de la familia. Indispensable para su etapa escolar.
Hoy en día, por la falta de conciliación familiar se habla bastante de calidad de tiempo más que de cantidad. No comparto esta opinión. L@s niñ@s en la primera infancia no son capaces de entender esta disyuntiva. Te necesitan y esperan que sus papás y mamás siempre estén allí, donde ell@s les necesitan. Necesitan enseñarte todo lo que ven, lo que hacen, lo que les sorprende, lo que es nuevo, lo que les digusta y lo que les alegra. Necesitan que les miremos, que les consolemos, que veamos los cuentos y las “pelis”juntos, que comamos con ell@s e incluso que nos aburramos juntos para descubrir nuevos juegos y actividades. Así se consigue el apego.
En entradas sucesivas veréis la importancia de estas actividades junto a los progenitores. La observación lleva a la curiosidad, la curiosidad es interés y motivación. Y la motivación es la base del aprendizaje junto a la emoción. Serán pilares muy importantes en su etapa escolar.
Disfrutemos de la compañía de nuestros hijos mientras son pequeños, pues el tiempo pasa deprisa y no vuelve atrás
Este es un artículo que me interesó mucho de Laura Gutman sobre el “Tiempo para los niños”
Quienes tenemos hijos mayores sabemos que los años pasaron en un abrir y cerrar de ojos. La época en que los niños eran pequeños aparece como un instante fugaz. Disfrutemos de las cosas sencillas mientras los niños sean pequeños. Ellos ríen a carcajadas cuando sienten el viento en el rostro, viven un drama ante la presencia de un mosquito, se asustan por la intensidad de una tormenta y piden nuestra presencia cuando las noches aparecen sin luna ni estrellas. Sin embargo, con frecuencia nos dejamos inundar por los problemas cotidianos, la necesidad de ganar dinero, las relaciones familiares o conflictivas o la rutina doméstica. Entonces nos perdemos el goce de vivir momentos alegres, espontáneos y llenos de sabiduría que todo niño guarda en su interior. Las madres y los padres tenemos la oportunidad de compartir momentos cargados de dulzura por el solo hecho de convivir con niños pequeños.
Si pudiéramos dar prioridad a actividades como leer un cuento por la noche, pintar las paredes de la casa con su ayuda, cocinar un pastel entre todos o dormirnos abrazados viendo una película; sabríamos que lavar la ropa hoy o mañana u ordenar el cuarto inmediatamente es necesario pero “No Fundamental”. En cambio, los momentos de encuentro sinceros con los niños, les cambia a ellos el futuro, y a nosotros nos cambia nuestro pasado.
Nuestros hijos e hijas, son unos grandes imitadores de sus mamás y papás. Una gran cualidad que desperdiciamos con tesón. Observan siempre lo que hacemos, nunca o casi nunca lo que les decimos, y lo interiorizan sin querer. Si no tenemos tiempo para dialogar con ellos y ellas, compartir sentimientos, disfrutar de la vida juntos; sin móviles, ordenadores, televisión o cualquier nueva tecnología ¿Qué harán ellos el día de mañana? ¿Cómo aprenderán ese hábito de disfrutar del tiempo con los que amas?
Sería bastante positivo aprender a estar juntos sin tener la distracción de los dispositivos tecnológicos que nos incapacitan para hacer introspección y valorar nuestras emociones y sentimientos. Nosotros tenemos la responsabilidad de cambiar nuestros hábitos por otros que ayuden a nuestros hijos y a nuestras hijas a saber administrar el tiempo que dedican a ellas, y desarrollar otros tipos de aprendizajes.
A veces siento una gran frustración cuando observo numerosas familias comiendo y cada uno con su móvil sin prestarse atención.
Los padres, madres, abuelos, abuelas y educadores tenemos que utilizar el arte de la conversación y el diálogo.
Conseguir que se desahoguen y nos cuenten sus experiencias y sentimientos diarios. Como si fuera una conversación entre amigos, sin juzgar, sin dar sermones. Únicamente escuchando atentamente. Siempre desde la sinceridad. Nunca ocultando las cosas negativas que nos ocurrieron en la misma edad y ofreciendo las soluciones que nos ayudaron a solventarlo. Tenemos que ser cómplices de su vida interior.
Si hubiera que corregir algún comportamiento no adecuado, lo justificaremos siempre en primera persona, como si nos hubiera ocurrido lo mismo a nosotros. De esta forma nos escucharán con más facilidad. Pensemos que tendrán que equivocarse muchas veces para aprender. Nuestra labor será vigilar desde la distancia según sus edades.
No tiene sentido planificar de antemano el tiempo que dedicamos a nuestros hijos. Lo realmente importante es tratar de disfrutar constructiva y positivamente cada momento que pasemos con ellos.Tenemos que ser honestos con nosotros mismos a la hora de tomar decisiones. Cuando en un momento por autoconvencernos, pensamos: “Dadas las circunstancias, trabajaré las horas que sean necesarias y una vez alcanzados los objetivos ya pasaré más tiempo con mi familia”, podemos engañarnos a nosotros mismos pero no a nuestros hijos. No cabe duda de que ellos crecerán con o sin nosotros y cuando por fin tengamos tiempo para estar con ellos, quizás ya no nos necesiten.
Seamos realistas, nuestro tiempo y energía son limitados. En tanto que padres/madres tenemos que revalorizar nuestras prioridades, actividades y responsabilidades en relación directa al desarrollo gradual de nuestros hijos.
Compartir nuestro tiempo con ellos, significa ser flexibles y adaptarnos a la evolución de sus necesidades. En definitiva, tenemos que ser testigos de los cambios vitales que nuestros hijos experimentan y estar siempre a su disposición.
Hacer una mención a los horarios de nuestros hijos e hijas, aunque ya dedicaré una entrada a este tema. L@s niñ@s no descansan lo suficiente. Viven con los horarios de los adultos y además tienen que ir a ludotecas, aulas matinales, extraescolares… jornadas que no se pueden soportar en la infancia. Salidas de noche o de madrugada los fines de semana. A veces se duermen en su cochecito, en bares, locales de copas, incluso conciertos, soportando muchos más decibelios de lo que debieran.
¿ Es necesario tener a los niños en estos lugares? ¿ No podemos adaptarnos por unos años a sus horarios?
Disfrutar del resplandor de nuestros hijos
Al igual que nuestros hijos, hijas, aprenden continuamente de nosotros, también nosotros debemos aprender de ellos. Tras una jornada agotadora, el único deseo de unos padres era regresar a casa y meter a sus hijos, de siete y ocho años, en la cama. Como era habitual, ninguno de los dos quería llegar pronto y mucho menos irse a dormir. Mientras regresaban, el más pequeño preguntó: ¿Podemos mirar las estrellas un rato?
Ante la petición del niño, los padres se detuvieron. A decir verdad, podían haberle dicho: No busques más excusas para perder tiempo. Es muy tarde y ya es hora de irse a la cama. Sin embargo no lo hicieron. Aquella noche decidieron contemplar durante un cuarto de hora el cielo estrellado y el resplandor de los rostros de sus hijos”
Ver las estrellas es muy distinto a mirar y contemplar las estrellas. Los adultos a veces vemos, nuestros hij@s contemplan con curiosidad y admiración. Dejar que nuestros hijos nos enseñen a contemplar el mundo con su inocencia y pureza consolida dinámicamente la vida familiar
A veces, me quedo observando a niños y niñas que se encuentran en los centros comerciales con sus mamás y papás comprando y comprando, toda una tarde. Sin luz solar, rodeados de productos que incitan al consumo, incluso los fines de semana ¿Habéis sumado las horas que los niños pueden pasar en estos centros al mes? Como respuesta al aburrimiento, los niños y niñas por imitación van aprendiendo a ser consumistas. Para que tengan paciencia, porque se aburren y protestan, les chantajeamos comprando chuches, juguetes o comida fast food. Es más, sin cansados ya de estar allí comienzan a llorar, nos enfadamos e incluso les castigamos
¿Qué gran contradicción?
Tenemos que comprender que esta sociedad consumista y neoliberal, le ha dado un valor comercial al espacio, todo está pensado para consumir, como explica Francesco Tonucci en su libro “La ciudad de los niños” y nosotros debemos pasar el menor tiempo posible en estos centros con ellos.

¿Cómo adaptamos los horarios de trabajo con los horarios de los niños para poder hacer las compras?
Es bastante complicado pero no imposible. Tenemos que planificar los horarios con antelación. Intentar turnarse papá y mamá para que ell@s no tengan que acompañarnos. También se puede quedar el papá o la mamá fuera paseando. Nosotros así lo hacíamos y la verdad que cuando te acostumbras vas a comprar rápido, exclusivamente lo que necesitas.
Sería bueno NO utilizar los centros comerciales como refugio de los días que no sabemos que hacer. Bien porque está lloviendo, porque son las rebajas, las navidades, los cumples, el final del curso, el verano… cuando tenemos niñ@s pequeñ@s nuestra vida no puede girar entorno a un centro comercial. No es didáctico para ell@s.
Tengo una máxima en mi casa “consumimos para vivir, pero no vivimos para consumir cada día más”. Me ha funcionado bastante bien incluso en la adolescencia. Época ésta, donde la propaganda les inunda, donde es difícil no caer en la tentación de este consumismo. En una edad donde se revaloriza ante todo lo estético y lo material. La adolescencia puede ser menos dificultosa, si desde pequeñ@s les hemos educado con inteligencia emocional, en valores. En esta difícil etapa serán necesarios unos cimientos sólidos, adquiridos en la etapa infantil y en la preadolescencia.
Disfrutar de nuestro tiempo juntos
Cuando dedicamos nuestro tiempo a nuestr@s hij@s, sería bueno compartirlo despreocupados, alegres, felices y sin mirar el reloj. No pensando en lo que queda por hacer. Demostremos que nos importan y deseamos estar con ellos. Escenas en los parques que veo constantemente me dejan perpleja. Mamás y papás con sus niñ@s hablando con adultos o con el teléfono sin prestarles atención. Sin dialogar, ni compartir experiencias. Se les ve acompañados pero muy “solitos” ¡¡¡Ya irán aprendiendo cuando sean más mayores que no podemos dedicar todo nuestro tiempo a atender sus necesidades!!! Pero en estas primeras edades nos necesitan muchísimo. Al fin y al cabo:
¡¡¡Qué hay más importante que nuestros hijos e hijas!!!
Particularmente, así lo intentamos. Tiempo para hablar, escuchar, compartir, ver películas en casa o en el cine, disfrutar de los viajes juntos…Hemos procurado siempre comer con ellas, por lo menos uno de los dos. Aprovechando esos momentos para dialogar sobre sus preocupaciones en el cole, de sus relaciones con amig@s y de sus sentimientos . En el Instituto escuché una de las frases más bellas que me han dicho como mamá. Una de sus “profe” me dijo: “Os felicito porque se nota el tiempo que habéis invertido en ellas”. Sentí tal emoción y alegría que no podría describirlo. Nuestro objetivo como padres fue que consiguieran ser buenas personas y que lucharan por lograr sus sueños. Intentamos enseñarles a gestionar sus emociones, a que tuvieran valores, que fueran buenas compañeras, tolerantes y respetasen a sus profesor@s. Que no fueran prepotentes si obtenían una calificación muy buena y a sobreponerse si ésta era negativa. La vida está llena de frustraciones, hay que superarlas y aprender de ellas. Y sobre todo a tener ilusión por todo lo que hacían. No fue fácil, pero muy gratificante en todos los aspectos.
Y como reflexión la importancia del juego, como medio de interacción, desarrollo personal, desarrollo creativo, desarrollo emocional, desarrollo afectivo y desarrollo cognitivo. Si ésto, se lleva a cabo en el ámbito familiar, conseguiremos un desarrollo integral del niño o de la niña. Dedicaré una entrada a la importancia del juego.
Un besazo para todos y todas.
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